Archivos Mensuales: noviembre 2015

Estar bien y hacer sentir bien a los demás

Estándar

Love and power

Cuando enfrentamos una crisis, es probable que debamos enfrentarnos a nosotros mismos, sincerarnos y reconocer de qué manera somos responsables de lo que nos sucede, con el fin de tomar una decisión, de cambiar el rumbo de nuestra vida. Un caso típico de esto es la persona que está en un trabajo que le ofrece un sueldo, seguridad social y la posibilidad de ascender lentamente en la jerarquía de la empresa. Pero, para tener esto, esa persona ha renunciado a ciertas ilusiones o deseos secretamente arraigados en su interior. Digamos que se trata de un administrador. Su trabajo le exige quedarse todos los días en la oficina hasta horas avanzadas de la noche. Se siente comprometido con su familia y piensa que se ha sacrificado desde muy joven sin disfrutar de la vida. Le gustaría estar más tiempo en casa y tener algo propio, un negocio que le permita salir con su familia, tomarse tiempo libre cuando lo necesite, pero esto lo enfrenta a un sentimiento escondido de culpabilidad, como si al hacer esto comprometiera la seguridad de los demás. Sin haber consultado con su esposa, supone que ella se sentirá molesta por una decisión semejante, y no le cuenta su deseo. Se victimiza en secreto y la relación se resiente, porque el hombre está cada vez más distante, sumergido en sí mismo. La desconfianza que tiene de su esposa (el creer que ella va a rechazarlo si se expresa), probablemente viene de larga data. Tal vez, mientras creció, aprendió a callar y hacer lo que debía, para evitar problemas, y eso es lo que ahora hace. La retribución que recibe por esto es la fama de “buena gente” que posee.

Frente a esta situación, se podría pensar que esta persona, al profundizar en su experiencia y conocerse a sí misma, podría permitirse expresar su malestar ante su esposa, pero las consecuencias de esto son desconocidas: puede como no tener el apoyo que busca. Cuando afuera hay alguien que nos apoya afectuosamente, valorándonos y dándonos ánimo para volar en la dirección de nuestro deseo, la confianza en nosotros mismos aumenta y somos capaces de hacer cosas que de otra manera no haríamos. Esto es lo que el psicólogo francés Boris Cyrulnik, llama “guías de resiliencia”. Espacios o gente que nos ofrece su empatía y cree en nosotros de una manera positiva. Como clientes, podemos tejer esta relación con un terapeuta con quien nos sentimos entendidos, y esto ya es una primera “comunidad de crecimiento”, pero también están los talleres de desarrollo personal (en Quito tenemos los del Instituto de Desarrollo Humano CreSer) y los grupos terapéuticos (relacionados a diversas dolencias como el SIDA o el alcoholismo) que cumplen esta función.

No somos seres solitarios: necesitamos de otro para florecer, y podemos ser ese otro ser humano que otra persona necesita para creer en sí misma, ser ese agente de cambio para los demás. Cuando crecemos lo suficiente como seres humanos, es probable que seamos ese factor en la vida de otras personas, ese ser humano que da valor y seguridad a los demás, y les apoya generosamente con lo que tiene, bajo la fe de que van a lograr ser lo que han venido a ser en este mundo. No para lograr lo que yo quiero que logren o lo que yo pienso que ellos deberían lograr, sino para que sigan su propio rumbo. Muchos padres quieren para su hijos “lo mejor”, pero entienden lo mejor desde su limitado punto de vista. Tal vez el padre crea que lo mejor para su hijo es que estudie Medicina, y rechace el deseo de su hijo de ser chef haciendo mofa de sus aficiones, hasta causarle vergüenza. Su generosidad, al sacrificarse para pagarle una carrera técnica en una Universidad cara, no será real. Será un afecto condicionado, que lo llevará a la frustración cuando el chico saque malas calificaciones.

La verdadera generosidad supone dejar de hacer planes para los otros y confiar en su capacidad para salir adelante en la vida de acuerdo a sus propias premisas e ilusiones. Sus errores y cambios de ruta no nos pertenecen, sino a ellos. Nosotros solo somos acompañantes en su camino, testigos amorosos de su existencia; pero para esto es importante que seamos primero nosotros quienes llevemos la vida que realmente deseamos (para una cita terapéutica, llamar al 0997330894 / 2285545 o escribir a adolfomaciasterapeuta@yahoo.com) Quito, Ecuador.